jueves, 13 de septiembre de 2012

Villoruela y Felipe II

       La primera vez que oí hablar de Villoruela fue en mis años de estudiante en Salamanca, ya que una  amiga era de Arabayona y conocía a gente de allí, jamas llegue a saber como se llamaban, eran "los de Villoruela" y punto. Supe que allí se trabajaba la mimbre y el junco, vamos que son los cesteros de toda la vida y de hecho alguna vez compramos algún mueble para regalar. Con el tiempo he conocido a otra gente que también es de allí. Este pueblo salamanqués, forma parte de lo que se conoce como la comarca de Las Villas. El otro día hablando con un amigo que es de "paí", me dijo que se dice que Felipe II nació en Villoruela, lo que me llamó mucho la atención, ya que para mi había nacido en Valladolid, en el Palacio de Pimentel, y una vez que estuve me contaron la historia de la ventana que habían hecho puerta para sacar al futuro rey a bautizar. 
     Parece ser que que los villoruelenses dicen que el hijo del Emperador nació allí, en el Convento de Santa María La Alta, cuando estos se dirigían a Valladolid, tras su boda en Salamanaca con María de Portugal, para asistir  a  Las Cortes, celebradas en 1527. Por lo visto el párroco del pueblo al día siguiente del nacimiento escribió en el libro 1º de bautismos de Villoruela, en su folio 38: "Manifiesto sea a todos la presente vieren y leyeren cómo en el año de mil quinientos e veinte e siete años a veinte e dos días del mes de mayo nasció el hijo del Emperador Don Carlos muy Serenísimo Rey y Emperador e de la Serenísima Reyna e Emperatriz nuestros Señores e llamóse, el Príncipe de Castilla Dn. Felipe e por ser verdad yo el bachiller Tomás (o Toribio) Rodríguez lo firmé". Pero esto esta demostrado que no fue así, por lo que se nos queda en una anécdota curiosa para poder contar.

Panorámica de Villoruela, Salamanca.

     El Monasterio de Santa María la Alta, fue fundado en 1510 por Catalina de Anaya, noble salmantina, que la quedarse viuda decide hacerse monja y con sus posesiones fundar el convento. Desde entonces ha habido monjas en el pueblo, salvo en el período de la invasión francesa, en 1808, cuando fue saqueado y destrozado por las tropas galas; ya en el siglo XX, pasa a tener un colegio de niñas, a instancias del Padre Cámara, Obispo de Salamanca y así hasta hasta los años 60 del siglo pasado.
     El viernes santo por la mañana los jóvenes de la localidad representan un Vía Crucis, por las calles del pueblo, que llama bastante la atención por su realismo.

     

lunes, 10 de septiembre de 2012

Es el tiempo de la felicidad. ¡Apurenlo y no piensen!


     Hay muchas cosas buenas que salen gratis. Pasear por la mañana temprano, cuando el sol es tierno, tímido como la brisa que coquetea con las hojas de los árboles. Caminar de madrugada por calles tan llenas de gente como en los mediodías del invierno, para asombrarse de la euforia silenciosa de las parejas que se besan en los bancos, o apoyadas en los pilares de las plazas porticadas. Los que viven cerca del mar lo tienen fácil, pero también es una fiesta meter en una tartera la comida prevista para consumir en casa, despacharla sobre una manta, en la hierba de algún parque, y tumbarse después a la sombra. Asistir a los conciertos de las bandas que suelen tocar en quioscos de parques y plazas mayores los domingos por la mañana. Y frecuentar las bibliotecas públicas, mientras duren. 

     Hay muchas cosas buenas que salen muy baratas. Una botella de vino para beberla despacio, en casa, al atardecer y entre amigos. Un buen libro de bolsillo, que proporciona una emoción que dura más que el vino y cuesta casi lo mismo. Un cine de verano, el lugar ideal para hacer manitas. Una ración de ensaladilla rusa y dos cañas, en la terraza de un bar cualquiera, antes o después del cine de verano. Enamorarse es un milagro todavía más barato, tan caro que, sin embargo, no se puede fabricar.El verano es el tiempo de la felicidad. Apúralo y no pienses en el invierno que nos espera. Porque nuestros abuelos lo tuvieron muchísimo peor que nosotros y si no hubieran vivido, si no hubieran sabido disfrutar de la vida, si no se hubieran enamorado en tiempos atroces, nosotros no estaríamos aquí.   

     Si existe una cosa que sabemos hacer bien los españoles es ser pobres. Lo hemos sido casi siempre, pero eso no nos ha hecho más desgraciados, ni más tristes que los demás. Recuérdenlo y sean felices, porque la felicidad también es una forma de resistir.

Almudena Grandes. El País julio 2012