sábado, 15 de noviembre de 2014

Castilla desde el Cielo (Segovia)





Decía que llevaba sin ir a Segovia más de treinta años, son muchos años sin ir, y más cuando esta al lado, pero siempre tiene demasiadas cosas por hacer; yo propuse pasar la mañana en la ciudad y a comer a Arcones en Casa Pepi y pasar la tarde en Pedraza. Así yo hacía un viaje que me agrada mucho y veía a mis amigos de esas tierras castellanas; esa era la primera intención, aunque en el fondo sabía que si parábamos en Segovia no llegaríamos al segundo destino y así fue. Amaneció una fría y soleada mañana típica de estos noviembres abulicos, cogí mi citronito y a circular. Lo mejor del trayecto es el punto en el que empiezas a ver la catedral en la distancia, como una nave en el mar de Castilla.

Un cafetito bien hecho en la plaza para coger fuerzas y para la Catedral de Santa María, conocida como la Dama de las Catedrales; coetánea  a la de Salamanca, solo que esta si se terminó y por lo tanto es de mayor tamaño y de ahí le viene el sobrenombre. El templo lo he visitado en varias ocasiones, pero esta vez tenía un gran interés en subir a su recién abierta torre. La torre tiene 88 metros, en su origen tenía más pero al desaparecer su chapitel se quedó así, fue durante un tiempo la más alta de España; construida bajo la dirección de los Gil de Hontañón. La primera parada se hace en una sala donde se exponen unos tapices y se proyecta un audiovisual sobre el incendio de 1614. Tras subir otros cuantos escalones llegamos a la casa del campanero con sus dependencias habitadas hasta el siglo pasado, así como un mirador; desde aquí se puede acceder a al sala de reloj, fabricado en Estrasburgo en 1882. Último tramo y por fin llegamos al campanario, donde se encuentran las 9 campanas, que oscilan entre los 300 y los 1500 kilos; desde aquí se ve todo Segovia, a mi me pareció ver a lo lejos Turegano, pero igual me lo invento.
Y así se nos paso la mañana y decidimos comer en José María, un vermut en la barra y pasamos a un salón. Ricas viandas, para empezar, compartimos una ensalada de cordero escabechado con manzana confitada y setas (buenísimo buenísimo) y unos boletus al ajillo a la plancha con jamón; y como no cochinillo asado, con su piel crujientita, envidia de cualquier masterchef. Todo regado en el rico vino de la casa, Pago de Carraovejas, que les gustó a pesar de ser más de Rioja. Variado de postres, café y como ya no había  prisa larga sobremesa con unas copichuelas bien preparadas.
Para bajar la comida fuimos dando un paseo hasta la Veracruz, que tampoco está tan lejos. Yo la había visitado una vez cuando estudiaba arte en la facultad, nos llevo la profesora Paliza en una excursión para conocer el románico segoviano. La iglesia data de 1208 y su construcción se atribuye a los Templarios aunque ahora se piensa que fueron los caballeros de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén. El templo, románico de transición, tiene una planta de 12 lados (que evocan a los 12 apóstoles, las 12 Tribus de Israel, las 12 puertas de la Jerusalén,  también los 12 signos del Zodiaco y los 12 meses del año), con un anillo circular en el interior a dos alturas (edículo), a la que se añadieron una sacristía semicircular, una torre cuadrada y tres ábsides. La construcción reproduce  la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén y la Mezquita de la Roca. En la península podemos encontrar templos con plantas similares en las iglesias navarras de Torres del Río y Eunate, en las que estuve hace unos años en una escapada veraniega.
Vuelta a buscar el coche y regreso al punto de salida, y yo cansado porque cada vez me gusta menos conducir.