jueves, 31 de mayo de 2012

Majuelos en La Moraña (AV)

Hubo un tiempo en el que gran parte del territorio de La Moraña abulense, estuvo poblado de viñas, aquí majuelos, y pinares; de estos dos apenas quedan unos pocos, como símbolo de un pasado mejor o solo diferente, con más variedad de cultivo, unido también a una economía de subsistencia. Habría que remontarse a la época romana en la que las  viñas forman parte de las posesiones señoriales, de sus villas; estas eran autosuficientes, ya que los propietarios se vienen al medio rural huyendo de la crisis urbana, lo que dota a estas de todo tipo de infraestructuras productivas. El vino siempre esta presente en la vida romana.

En la edad moderna vemos la importancia de los viñedos en el Catastro del Marqués de la Ensenada: “. . . los majuelos están plantados en tiros de cordel, ocupando toda la tierra y dista una cepa de otra once pies y alguna vez más. . .” También nos habla de la producción: “La aranzada de majuelos de primera calidad da veintidós cántaras de mosto, la aranzada de segunda catorce cántaras de mosto y la de tercera, ocho cántaras de mosto”.

A mediados del siglo XIX Pascual Madoz, en su diccionario geográfico también  nos habla de la importancia del cultivo de la vid, reduciéndolas a un carácter secundario, pero cita la abundancia de estos en toda la zona de Madrigal. El punto de inflexión del cultivo de la vid lo marca la plaga de filoxera, procedente de Estados Unidos y que se extiende por territorio francés a partir de 1868, provocando un gran despegue en el territorio penínsular a causa de la demanda europea de vinos continentales. Pero a partir de 1878, llega al territorio hispano limitando su producción; a La Moraña llega muy pronto proveniente de Portugal por el Duero. Al inicio de la Guerra Civil consideramos que la filoxera ha sido erradicada de España, pero el viñedo ha quedado muy reducido y en esta zona a penas a quedado un cuarto de lo existente.
           
            A una altitud de unos 800 metros como media y con unos fríos y largos inviernos, unidos a unos caluroso y cortos veranos (lo que siempre ha sido un clima continental, ahora el tiempo es tan raro), hacen que la uva adquiera una característica única y la diferencie de otras zonas cercanas como pueden ser las bodegas de Rueda o de Ribera del Duero, donde la cercanía de la humedad de los ríos las dan un toque diferente. En la foto podemos ver uno de los viñedos de los pocos que quedan en el municipio morañego de Cabizuela. El tipo de plantación de las parras es a la antigua usanza, como nos indicaban en el catastro de la Ensenada, con el tronco pegado al suelo y curtido por el tiempo.

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