Hubo un tiempo en el que gran
parte del territorio de La Moraña abulense, estuvo poblado de viñas, aquí
majuelos, y pinares; de estos dos apenas quedan unos pocos, como símbolo de un
pasado mejor o solo diferente, con más variedad de cultivo, unido también a una
economía de subsistencia. Habría que remontarse a la época romana en la que
las viñas forman parte de las
posesiones señoriales, de sus villas; estas eran autosuficientes, ya que los
propietarios se vienen al medio rural huyendo de la crisis urbana, lo que dota
a estas de todo tipo de infraestructuras productivas. El vino siempre esta
presente en la vida romana.
En la edad moderna vemos la
importancia de los viñedos en el Catastro del Marqués de la Ensenada: “. . .
los majuelos están plantados en tiros de cordel, ocupando toda la tierra y
dista una cepa de otra once pies y alguna vez más. . .” También nos habla de la
producción: “La aranzada de majuelos de primera calidad da veintidós cántaras
de mosto, la aranzada de segunda catorce cántaras de mosto y la de tercera,
ocho cántaras de mosto”.
A mediados del siglo XIX Pascual
Madoz, en su diccionario geográfico también
nos habla de la importancia del cultivo de la vid, reduciéndolas a un
carácter secundario, pero cita la abundancia de estos en toda la zona de
Madrigal. El punto de inflexión del cultivo de la vid lo marca la plaga de
filoxera, procedente de Estados Unidos y que se extiende por territorio francés
a partir de 1868, provocando un gran despegue en el territorio penínsular a
causa de la demanda europea de vinos continentales. Pero a partir de 1878,
llega al territorio hispano limitando su producción; a La Moraña llega muy
pronto proveniente de Portugal por el Duero. Al inicio de la Guerra Civil
consideramos que la filoxera ha sido erradicada de España, pero el viñedo ha
quedado muy reducido y en esta zona a penas a quedado un cuarto de lo
existente.
A una altitud de unos
800 metros como media y con unos fríos y largos inviernos, unidos a unos
caluroso y cortos veranos (lo que siempre ha sido un clima continental, ahora
el tiempo es tan raro), hacen que la uva adquiera una característica única y la
diferencie de otras zonas cercanas como pueden ser las bodegas de Rueda o de
Ribera del Duero, donde la cercanía de la humedad de los ríos las dan un toque
diferente. En la foto podemos ver uno de los viñedos de los pocos que quedan en
el municipio morañego de Cabizuela. El tipo de plantación de las parras es a la
antigua usanza, como nos indicaban en el catastro de la Ensenada, con el tronco
pegado al suelo y curtido por el tiempo.
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