viernes, 25 de abril de 2014

Fuentes de Cibeles y Neptuno (Madrid)

    ¿Qué tienen en común las dos fuentes más conocidas de Madrid? La de Cibeles y Neptuno. Ambos personajes mitológicos, las dos en el paseo del Prado, las dos son puntos de celebración de los triunfos futbolísticos de los equipos capitalinos, ambas son diseñadas por Ventura Rodríguez y parte de ellas son ejecutadas por escultores de origen abulense, Francisco Gutiérrez y José Guerra, tío y sobrino, nacidos en San Vicente de Arévalo.
     
    Los Borbones son los impulsores de las obras urbanísticas de la capital del reino, sobre todo Carlos III. Los primeros proyectos urbanísticos en el Paseo del Prado son impulsadas poro Felipe II, alineando el paseo y plantando árboles en el entorno del cauce del desaparecido arroyo del Olivar o de la Fuente Castellana. Pero será durante el reinado de Carlos III cuando se lleve a cabo la gran reforma convirtiéndolo en un paseo ajardinado con fuentes, denominado el Salón del Prado. La idea fue promovida por el Conde de Aranda, iniciándose las obras en 1763.
     El Salón del Prado fue ordenado urbanísticamente por José de Hermosilla, que diseñó una planta longitudinal, con grandes fuentes de trecho en trecho (Cibeles, Neptuno y las Cuatro Estaciones o de Apolo). Las fuentes y los elementos decorativos fueron proyectados por Ventura Rodríguez y ejecutadas por diferentes artistas de la época. El paseo discurría desde la Glorieta de Atocha hasta la Plaza de Cibeles. Posteriormente se iran construyendo diferentes palacetes y edificios oficiales, así como contenedores culturales, convirtiéndola en una de las principales arterias capitalinas. 
Francisco Gutiérrez, nace en 1727 y con apenas 17 años ingresa en el taller del escultor Salvador Carmona; obtuvo una beca para estudiar en Roma y fue escultor de cámara del rey Carlos III.  Entre sus obras destacan: la citada escultura de Cibeles y el carro; monumento funerario de Fernando VI, en la Iglesia de Santa Bárbara de Madrid (parte del antiguo Convento de las Salesas Reales), sobre el diseño de Sabatini; las figuras de las Virtudes Cardinales, en la Puerta de Alcalá; sepulcro de San Pedro de Alcántara, en Arenas de San Pedro; la Piedad, en la Catedral de Tarazona; Santo Domingo de Guzmán y San Pedro de Alcántara, en la catedral de El Burgo de Osma.
            José Guerra, nace en 1756, también se traslada a Madrid y por intercesión de su tío entra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; tambien disfruta de una beca entre 1779 y 1784 en la Academia del Campidoglio de Roma. Fue nombrado ayudante del primer escultor de cámara y Teniente Director del Estudio de la Calle Fuencarral. Algunas de sus obras más destacadas: esculturas en la Alameda de Osuna, como la Venus y sus trabajos en el templo; algunas partes de la fuente de Neptuno; los escudos para la Casa de los Gremios de la calle Atocha y la Fabrica de Aguardientes y Rosolis; en Ávila realiza varias obras para la Capilla de los Velada de la Catedral, en el Santuario de San Pedro de Alcántara, algunas imagenes para la iglesia de Cisla y la de Fuente el Sauz; imágenes del retablo mayor de la Colegiata de Villafranca del Bierzo.

jueves, 10 de abril de 2014

La Picota de Cebreros

     En las ultimas semanas  hemos oído hablar mucho de Cebreros, como el lugar de nacimiento de A. Suarez; pero este pueblo es conocido pro más cosas, como el vino o la picota o rollo, de la que vamos a hablar, siempre me había fijado en la que hay en Mombeltran visible desde la carretera.
     La de Cebreros esta compuesta por una grada cuadrangular, una basa, un fuste en dos cuerpos, el capitel de tipo renacentista y con unas letras alrededor. Tiene cuatro salientes que representan la cabeza de una mujer, el de un hombre, la cabeza de un carnero y la de lo que podría ser la cabeza de un moro (quizá símbolos usados por los templarios). Está rematada por una pirámide estriada truncada. Se supone que data de la época de Felipe II, que otorga la jurisdicción de villa a este pueblo.

    El rollo o picota es una columna de piedra, ordinariamente rematada por una cruz o una bola. Representaba la categoría administrativa del lugar, levantándose sólo en los pueblos con categoría de villa con plena jurisdicción, indicando el régimen al que estaba sometido: señorío real, concejil, eclesiástico o monástico. Además marcaba el límite territorial y también era un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo. Sobre estas se exponían los reos, sus cabezas o los cuerpos de los ajusticiados por la autoridad. Estas penas aparecen legisladas en el siglo XIII, en el libro de las Partidas de Alfonso X. La mayoría fueron construidas entre los siglos XVI y XVII, debido a las exenciones otorgadas a todos los pueblos que hicieron algún tipo de aportación económica a a la Corona para sufragar las guerras. 
En la conquista de América el levantamiento de un rollo era el primer acto de fundación  de una ciudad, simbolizando la jurisdicción real y la amenaza coercitiva. 
     Un Decreto de las Cortes de Cádiz, de 26 de mayo de 1813, ordenó la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación. Pero casi todas las leyes de las Cortes de Cádiz fueron suprimidas por Fernando VII, este decreto se dejo de aplicar, y así en 1817 se construyó uno en Rioseco (Soria). Es de suponer que se destruyeron muchos ejemplares, pero otros fueron reconvertidos en cruceros para no demolerse.

martes, 8 de abril de 2014

Segovia por A. Machado






















Verás la maravilla del camino,
camino de soñada Compostela
-¡oh monte lila y flavo!-, peregrino,
en un llano, entre chopos de candela.
     Otoño con dos ríos ha dorado
el cerco del gigante centinela
de piedra y luz, prodigio torreado
que en el azul sin mancha se modela.
     Verás en la llanura una jauría
de agudos galgos y un señor de caza,
cabalgando a lejana serranía,
     vano fantasma de una vieja raza.
Debes entrar cuando en la tarde fría
brille un balcón en la desierta plaza.

A. Machado (1925)