En las ultimas semanas hemos oído hablar mucho de Cebreros, como el lugar de nacimiento de A. Suarez; pero este pueblo es conocido pro más cosas, como el vino o la picota o rollo, de la que vamos a hablar, siempre me había fijado en la que hay en Mombeltran visible desde la carretera.
La de Cebreros esta compuesta por una grada cuadrangular, una basa, un fuste en dos cuerpos, el capitel de tipo renacentista y con unas letras alrededor. Tiene cuatro salientes que representan la cabeza de una mujer, el de un hombre, la cabeza de un carnero y la de lo que podría ser la cabeza de un moro (quizá símbolos usados por los templarios). Está rematada por una pirámide estriada truncada. Se supone que data de la época de Felipe II, que otorga la jurisdicción de villa a este pueblo.
El rollo o picota es una columna de piedra,
ordinariamente rematada por una cruz o una bola. Representaba la categoría
administrativa del lugar, levantándose sólo en los pueblos con categoría de villa con plena jurisdicción, indicando el régimen al que estaba sometido: señorío real,
concejil, eclesiástico o monástico. Además marcaba el límite territorial y también era un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo. Sobre estas se exponían los reos, sus cabezas o los cuerpos de los ajusticiados por la autoridad. Estas penas aparecen legisladas en el siglo XIII, en el libro de las Partidas de Alfonso X. La mayoría fueron construidas entre los siglos XVI y XVII, debido a las exenciones otorgadas a todos los pueblos que hicieron algún tipo de aportación económica a a la Corona para sufragar las guerras.
En la conquista de América el levantamiento de un rollo era el primer acto de fundación de una ciudad, simbolizando la jurisdicción real y la amenaza coercitiva.
Un Decreto de las Cortes de Cádiz, de 26 de mayo
de 1813, ordenó la demolición
de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas
particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación
Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación
misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo
continuo de humillación. Pero casi todas las leyes de las Cortes de Cádiz fueron suprimidas por Fernando VII, este decreto se dejo de aplicar, y así en 1817 se construyó uno en Rioseco (Soria). Es de suponer que se destruyeron muchos ejemplares, pero otros fueron reconvertidos en cruceros para no demolerse.
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