jueves, 11 de octubre de 2012

Niños de Sevilla


Los Seises
El nombre viene del numero que componían el grupo, seis.  En Sevilla se les conoce por su participación con una danza en la procesión del Corpus, en la Octava de la Inmaculada y el triduo de Carnaval; quizá os acordareis que rompieron esta tradición bailando en la boda sevillana de Elena de Borbón, (boda de mantilla y peineta, como las de antes, que diría mi agüela), donde los pudimos ver todos y preguntarnos quienes eran estos niños catedralicios del sur; también en la Beatificación de Sor Ángela de la Cruz en 1985.
Esta danza se acompaña de palillos se hace delante del Santísimo, tradición que viene desde el Renacimiento; en estos bailes están acompañados por la escolanía. En sus inicios los niños hacían la labor de mozos de coro, dando una nítida voz alta y oscilaban entre cuatro y diez zagales. En el S. XV se generaliza su numero en seis y de ahí su nombre. Vivían con el maestro de capilla, que ejercía como educador y buscaba su sustento y vestido, el mas conocido fue el Maestro Guerrero; después pasaron a vivir en colegios religiosos, siendo el principal el de San Isidoro (de Sevilla) fundado en el S. XVII y que aguanto hasta 1960.

Sus vestiduras y sombrero son de color celeste para la Inmaculada y colorao para el Corpus; sus edades oscilan entre los nueve y doce años. Estos bailes no han gustado mucho a la férrea disciplina católica del Vaticano a través de los tiempos, tratándose de suprimir, gracias a Dios sin éxito. El Arzobispo de Sevilla, Palafox, lo quiso suspender, pero el Cabildo jugo un buen papel llegando a un acuerdo con su sucesor, Arias Porres, por el cual el baile de los zagales se haría hasta que las ropas aguantaran el trote, sin poder estrenar nuevas; para mantener el acuerdo, las ropas se iban reparando o cambiando por partes, así se fue renovando toda la vestimenta sin suspender el baile. Los vestidos de los Seises no llevan botones, cosa curiosa, todo va prendido por lazos y cintas. Se compone de: la Golilla, los encajes del cuello; la Bolona, la chaquetilla; el Jubón; el pantalón y las zapatillas. Destaca en sobremanera el sombrero tocado con plumas del color de la vestimenta que toque en ese momento. Como pago por este baile los críos recibían tres monedas, cosa conservaba como algo simbólico.


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