
Es un templo de reducidas dimensiones, como los que se solían
levantar en el centro de las ciudades por la nobleza o para un culto
determinado. La capilla la mando levantar doña María Dávila, esposa de don
Fernando Núñez de Arnalte y después de don Fernando de Acuña, Virrey de
Sicilia; así aparece en su testamento de 1502 en el que también la dota con
abundante dinero. El oratorio se dedica a la veneración de la Virgen de la
Anunciación.
Construcción muy sólida y de gran altura, con gran planta
cuadrangular que desemboca en otro espacio más pequeño rectangular donde están
el altar y el retablo (obra en alabastro atribuido a Juan Rodríguez y Lucas
Giraldo, que representa a la Virgen sentada dando fruta al Niño que está en su
regazo); ambos espacios están cubiertos con bóvedas de crucería, en la que hay un escudo
franciscano, aludiendo a las monjas franciscanas a las que perteneció el
oratorio. En el exterior, sobre la portada hay un escudo liso dentro del alfiz,
que sirve de base a un conjunto escultórico de la Anunciación.
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